¿Cómo diferenciar el TDAH de otros posibles trastornos o enfermedades?

Quizás hayas visto u oído alguna vez las siglas TDAH, pero ¿sabes en qué consiste el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad? El TDAH es un trastorno de carácter neurobiológico que se suele originar en la infancia, pudiendo estar presente también en la adolescencia o en la vida adulta. Según el actual Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), se encuadra como un Trastorno del Neurodesarrollo. Sus síntomas nucleares son: déficit de atención, hiperactividad e/o impulsividad.


Generalmente, las personas que presentan TDAH pueden tener las siguientes características a nivel cognitivo o conductual: dificultad de concentración y perseverancia, problemas para planificar u organizar tareas, complicaciones a la hora de poner en marcha su autocontrol (inhibir pensamientos o actos), déficit en la memoria operativa, dificultad para identificar/reconocer emociones o problemas con la interacción social.

 

Hay que tener en cuenta diferentes variables a la hora de diagnosticar a un niño/a de TDAH, pues rápidamente tendemos a poner la etiqueta cuando vemos a un/a peque que es inquieto/a o inatento/a, pero tenemos que recordar que es un trastorno crónico, que consiste en una alteración estructural, funcional y de conectividad entre diferentes zonas cerebrales. Así, se requiere la elaboración de una historia clínica pormenorizada, integrando diversas fuentes de información y teniendo en cuenta los criterios diagnósticos del DSM actual (DSM-5). De esta forma, el diagnóstico precisa la persistencia de los síntomas de inatención y/o hiperactividad/impulsividad con una intensidad que interfiere, significativamente, en el funcionamiento del niño/a en al menos dos contextos distintos.


En relación a lo anterior, cada caso ha de evaluarse de manera individualizada, explorando, además, la presencia de comorbilidad con otros trastornos y posible diagnóstico diferencial, ya que los síntomas nucleares pueden estar presentes en otras patologías. En este sentido, dichos síntomas pueden ser secundarios a otros trastornos, comórbidos o ambas situaciones a la vez. Vamos a verlo con más detalle, a continuación.

 

Diagnóstico diferencial: cuando los síntomas nucleares del TDAH son secundarios a otros trastornos o enfermedades.

Síntomas del TDAH secundarios a factores ambientales:
- Situaciones o contextos ambientales de carácter estresante.
- Cuidadores inconsistentes.
- Situaciones de negligencia y/o abuso y/o maltrato infantil.
- Mala higiene del sueño.
- Malnutrición.

Síntomas del TDAH secundarios a otras enfermedades:
- Déficits sensoriales significativos.
- Efecto adverso de fármacos (broncodilatadores, antiepilépticos).
- Alteraciones en la función tiroidea, tanto en el sentido hipo como hiper.
- Intoxicación por plomo.
- Procesos infecciosos como las encefalitis o las meningitis.
- Anemia por déficit de hierro.
- Algunos tipos de neoplasias.

 

¿Con qué patologías tiene comorbilidad el TDAH?

Aproximadamente la mitad de los pacientes diagnosticados de TDAH presenta, al menos, un trastorno comórbido. Por ello, hay que tener en cuenta, a la hora del diagnóstico, las posibles comorbilidades, ya que la presencia de otros trastornos (añadidos al diagnóstico de TDAH) puede influir en la presentación clínica inicial, la evolución de la sintomatología y la respuesta a la intervención.

Comorbilidad con los trastornos del neurodesarrollo: ante un diagnóstico de TDAH se debe explorar la presencia de otros trastornos del neurodesarrollo y viceversa.

Trastornos del desarrollo intelectual: se estima que la aparición de síntomas del TDAH en personas con discapacidad intelectual es superior a las tasas obtenidas en la población general.

Trastornos de la comunicación: en diferentes estudios se describe una fuerte comorbilidad entre el trastorno de la comunicación social o pragmático con otros trastornos, como puede ser el TDAH.

Trastornos del espectro autista (TEA): la edición más reciente del DSM (DSM-5) permite que una persona sea diagnosticada con ambos trastornos, TEA y TDAH, cuando antes no era posible. Ambos comparten algunos síntomas y parecen compartir un mismo deterioro; presentan alteraciones de la función ejecutiva, aunque con matices distintos. Por ejemplo, los niños con TDAH experimentan déficits en el control inhibitorio mientras que los niños con TEA tienen problemas graves en la flexibilidad cognitiva y en la planificación, conservando, por lo general, las habilidades de inhibición.

Trastornos específicos del aprendizaje: su comorbilidad con el TDAH se sitúa en torno al 20%. Las dificultades académicas como consecuencia de los problemas en la integración de conocimientos es una de las características más claramente asociadas al TDAH. Sin embargo, el TDAH y los trastornos de aprendizaje son entidades distintas que se pueden dar simultáneamente, distinguiéndose entre sí. Por ejemplo, los niños con TDAH suelen ser más variables en su rendimiento, ya que éste suele depender de las condiciones ambientales.

Trastornos motores: más de un 30% de pacientes con diagnóstico de TDAH presentan con frecuencia movimientos rígidos o problemas en la coordinación motora. Es significativo el número de niños/as con TDAH que tienen caídas o tropezones frecuentes como consecuencia de sus deficiencias en la motricidad gruesa.

Comorbilidad con otros trastornos:
Trastornos del comportamiento perturbador: con una comorbilidad del 40%. Los tipos de trastornos que nos encontramos son los de carácter negativista, el desafiante o el agresivo.

Trastornos de ansiedad: con un 25% de comorbilidad. Los síntomas más comunes son la preocupación excesiva por la competencia en determinadas áreas, el miedo irreal por acontecimientos futuros o la necesidad en exceso de asegurarse.

Trastornos del estado de ánimo: con una comorbilidad del 30%. El trastorno depresivo mayor es mas prevalente entre los niños/as con TDAH que en la población general. Aparecen sentimientos de minusvalía, incapacidad o baja autoestima, así como un ánimo decaído o alteraciones del sueño y la alimentación.

Trastornos por abuso de sustancias: uno de los trastornos comórbidos que aparece con más frecuencia en adultos diagnosticados de TDAH es el Trastorno por abuso de sustancias. Aproximadamente, el 20-30% de pacientes con este último trastorno presentan un TDAH.

 

Las dos situaciones anteriores a la vez: cuando los síntomas del TDAH pueden ser secundarios o comórbidos.

 

En las siguientes patologías, la sintomatología del TDAH se puede dar de manera secundaria, o bien, también puede presentarse de forma comórbida. Esto puede aumentar la dificultad del diagnóstico, llegando, en ocasiones, a diagnosticar doblemente para un correcto tratamiento de ambas problemáticas.

- Traumatismo craneoencefálico.
- Daño cerebral adquirido.
- Epilepsia.
- Trastornos del sueño.
- Síndrome alcohólico fetal.
- Síndromes genéticos: X-frágil, Prader-Willi, Klinefelter, etc.

En definitiva, el TDAH va más allá de un niño/a que se porta mal, que no escucha o que es muy nervioso/a; o de una persona que no presta atención o tiene dificultades para planificar y organizar. Como decía, para llevar a cabo un diagnostico adecuado, es necesario elaborar una historia clínica de manera meticulosa, teniendo en cuenta diferentes fuentes de información, valorando la naturaleza de la sintomatología que se nos presenta, así como el grado de repercusión en los diferentes contextos del individuo que estamos evaluando. Así, en la línea de todo lo expuesto anteriormente, tampoco podemos dejar de lado el diagnóstico diferencial y la exploración de otros posibles trastornos o enfermedades comórbidas.

 

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