Cómo sacar el máximo provecho a tu terapia psicológica

Define el objetivo

Llevar a cabo una psicoterapia es un proceso, es ir hacia delante.

 

Según la RAE, proceso:

Del lat. processus.

1. m. Acción de ir hacia delante.

Y en ese proceso conviene saber hacia dónde se va.

 

Cuando uno inicia una terapia psicológica no siempre sabe qué es lo que quiere conseguir con la terapia, generalmente damos el paso de pedir ayuda empujados por algún tipo de sufrimiento.

Por ello, al menos al principio, cuando el psicólogo pregunta “entonces ¿qué quisieras conseguir con la terapia?”, son habituales las respuestas del tipo:

- Quiero dejar de sentir estos celos

- Quiero vivir tranquila, esta ansiedad me está matando

- Quiero recuperar las ganas de vivir

- Quiero volver a sentirme yo mismo, no me reconozco, yo antes no era así

 

Este es un buen comienzo y con la ayuda de la terapia y de tu psicólogo conviene que puedas definir cada vez más qué quieres conseguir.

A menudo nos hacemos preguntas, y, muy a menudo no nos las contestamos. Ya sea porque estamos muy ocupados, porque no sabemos la respuesta o porque la respuesta es muy incómoda o difícil de aceptar. En una terapia psicológica hay un ser humano (el psicólogo) que observa, que escucha y que hace preguntas y, en ese proceso, se hace difícil escapar de esas preguntas, pues hay “un otro” al otro lado, alguien que nos interpela, nos pone un poco contra las cuerdas (siempre respetando el ritmo y las circunstancias de cada uno).

Ese proceso de “darle la vuelta al problema” desde varios ángulos y de ir conectando los puntos resulta terapéutico en sí mismo. El mero hecho de hablar en profundidad de nosotros mismos y de nuestras vicisitudes aporta una mayor sensación de control y nos saca del piloto automático. Nos hace estar más conectados con nuestra propia realidad de la que tan a menudo solemos evadirnos.

 

Una mayor concreción de aquello que nos duele y de las circunstancias que explican y mantienen el problema suele conducirnos a una mayor definición de aquello que queremos conseguir. Establecer con precisión el objetivo (o los objetivos) que perseguimos con la terapia resulta crucial para tener un criterio sobre el cual basarnos y así saber si el trabajo que estamos haciendo está resultando útil.

 

Toma notas de lo que hablas en tus sesiones

Dedicar un tiempo después de nuestras sesiones a poner en orden aquello que se ha hablado puede ser de gran ayuda. A menudo olvidamos gran parte de la información justo después de adquirirla -esto sucede con la terapia psicológica y con cualquier otra cosa- y, a menos que repasemos lo que se ha estudiado, la tendencia natural de nuestra memoria es el olvido.

Por ello conviene tomar algunas notas de los descubrimientos y nuevas informaciones más relevantes en nuestras sesiones, de las pautas que se nos dan y, en definitiva, de todo aquello que nos pueda resultar de ayuda. Luego, con la perspectiva que ofrece el tiempo, podremos ver qué funciona y qué no e integrar la vieja información con la nueva.

Sobra decir que cuanto más inmediatamente se tomen estas notas, más fácil será que no olvidemos detalles de lo que estuvimos hablando.

 

Involúcrate en las tareas

Las sesiones de terapia suelen estar acompañadas de tareas: ejercicios, lecturas, reflexiones y “cosas  varias” que el psicólogo propone a su paciente para profundizar más en un tema, trabajar alguna habilidad, recabar información importante, etc.

A veces son cosas muy sencillas y otras veces conllevan un trabajo riguroso.

Estas tareas son esenciales para que la terapia tenga éxito: las personas tenemos que lidiar con nuestra mente (y con todas sus tendencias, no todas ellas adecuadas) todos los días de nuestra vida.

Pero la terapia se circunscribe en un tiempo limitado, a menudo una hora a la semana -al menos al comienzo del proceso-.

Una hora a la semana, por productiva que pueda ser, es insuficiente para corregir los patrones que nos llevan a sufrir, muchos de ellos están muy instalados en nuestra forma de funcionar y requieren de tiempo y práctica continuada. Las tareas a menudo están orientadas a seguir trabajando en estos patrones, son algo así como unos ejercicios de rehabilitación necesarios para que nuestra mente se pueda reconfigurar y explorar así nuevas maneras de procesar la información, de enfocar nuestra atención, nuevas formas de sentir y de reaccionar. En definitiva: desarrollar hábitos nuevos.

 

Las sesiones, por ende, se dedican a explorar las dificultades y los descubrimientos que ha habido a la hora de poner a práctica estos ejercicios, recabar nueva información, integrarlo con lo que ya se sabe, etc.

 

Las tareas no siempre son cosas “plácidas y agradables”, a veces nos llevan a ponernos en contacto con sentimientos que tratamos de eludir. Huir de estos sentimientos suele ser parte del problema.

Estos trabajos que se nos sugieren pueden ser incómodos pero necesarios, están al servicio de nuestra mejoría, están orientados a que logremos los objetivos que hemos establecido conjuntamente con el psicólogo y eludirlo nos conduce al autosabotaje.

Especialmente cuando se trata de cosas que pueden resultar incómodas, conviene que agendemos esas tareas: que les busquemos un momento. Nadie va al dentista por placer, las cosas incómodas pero necesarias requieren de fechas y/o plazos de entrega, de lo contrario es fácil incurrir en la procrastinación.

 

Como último apunte: si sientes que las tareas que se te proponen superan lo que realmente puedes hacer, en este momento considera tratar ese asunto con tu psicólogo, es posible que en su anhelo de ayudarte te esté pidiéndote más de lo que puedes dar.

 

Prepara tus sesiones

En línea con lo que se ha comentado en los puntos anteriores, resulta útil preparar las sesiones.

Si la terapia tiene un objetivo, también las sesiones individuales pueden perseguir un “pequeño objetivo” que forma parte del objetivo general.

Tener claro qué se quiere sacar de una sesión en concreto y preparar unas breves notas sobre lo que se quiere hablar puede resultar de ayuda a la hora de estructurar la información y sacar el máximo provecho.

Ojo: tampoco es necesario caer en el extremo de la planificación, el orden y la estructura, la vida no es un reloj, algunas sesiones requerirán de mayor preparación por parte del propio paciente y algunas no tendrán preparación en absoluto. También algunas personas son más dadas a seguir una cierta estructura y otras se siente más cómodas con la improvisación.

A veces ocurre algo inesperado que nos puede alejar por un momento del objetivo que estábamos persiguiendo-porque a la vida no siempre le interesan tus planes- y, en esas ocasiones, puede que quieras centrarte en los últimos acontecimientos.

Puede que empezaras las sesiones queriendo trabajar tus miedos, la inseguridad que sientes al relacionarte con las personas, fortalecer tu autoestima, etc., y en el transcurso de la terapia irrumpa una pérdida dramática en tu vida. Este solo es uno de los muchos ejemplos en los que puede darse una interrupción temporal del motivo de consulta inicial.

 

Guarda todos tus materiales en un archivador.

A lo largo del proceso de terapia es probable que tu psicólogo te proporcione varios materiales, por citar solo algunos ejemplos estos materiales pueden ser:

- Hojas de autorregistro

- Informes psicológicos

- Esquemas sobre la forma como se configura tu problema (lo llamamos análisis funcional).

- Información útil acerca de determinado trastorno, sobre la forma en la que funciona la mente u otras cuestiones que puedan ser útiles en tu caso.

- Cuentos, metáforas u otros materiales destinados a reflexionar.

- Instrucciones para poner en práctica alguna técnica o procedimiento (como por ejemplo una determinada técnica de respiración o las técnicas de inervación vagal).

 

Algunos de esos materiales puede que los elabores tú mismo, mediante las tareas, por ejemplo cuando se te sugiera escribir una carta, elaborar un plan para lograr determinado objetivo, hacer una cronología de tu vida (o de un período en concreto de tu vida), entre muchas otras opciones posibles.

 

Conviene que conserves todo ese material, idealmente siempre en el mismo lugar. También puede ser útil que pongas fecha a esos documentos. Disponer de esos materiales puede serte muy útil, así como las notas que tú mismo tomas después de tus sesiones, tus reflexiones y los descubrimientos que haces sobre ti mismo.

Atesora esos documentos, pues te ha costado un esfuerzo reunir toda esa información y disponer de ella, puede ayudarte en un momento en el que lo que aprendiste en terapia se vea oscurecido por el paso del tiempo o por circunstancias adversas que te hacen olvidar lo que en un día te resultó tan útil.

 

Una reflexión final.

Resumiendo:

- Define el objetivo

- Toma notas de lo que hablas en tus sesiones

- Involúcrate en las tareas

- Prepara tus sesiones

- Guarda todos tus materiales en un archivador

 

Todas estas sugerencias son, en efecto, solamente sugerencias. Al final tú eres el dueño y el responsable de tu propio proceso y puedes ir descubriendo mediante ensayo y error qué es lo que mejor funciona para ti.

 

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