¿Qué significa ser asertivo? La asertividad: un estilo de comunicación y su relación con una sana autoestima.

¿Qué es la asertividad?

La asertividad constituye un estilo de comunicación, es un concepto vinculado a las habilidades sociales. Este término se sitúa muy cerca de la autoestima, se trata de una habilidad estrechamente ligada al respeto y al cariño por uno mismo, teniendo también en cuenta los derechos y necesidades de los demás.

Para hacerse respetar hace falta estar seguro de uno mismo y ser capaz de autoafirmarse, de responder correctamente a los demás.
Que nuestras interacciones sociales nos resulten satisfactorias depende en parte de que nos sintamos valorados y respetados y esto no recáe únicamente en nuestro interlocutor, también es necesario que nostros dispongamos de una serie de habilidades para responder correctamente y una serie de convicciones o esquemas mentales sanos que nos hagan sentirnos bien con nosotros mismos y que nos permitan, cuando esto sea necesario, confrontar a los demás, defender lo que consideramos justo y expresar nuestro punto de vista y nuestras necesidades sin vulnerar los derechos de los demás o caer en la intransigencia o en las faltas de respeto.

Cuando no hay asertividad

La falta de asertividad se expresa mediante dos extremos de un mismo polo, en un extremo se sitúan las personas pasivas, aquellas consideras tímidas, pudorosoas, prestas a sentirse pisadas y no respetadas, estas personas suelen convivir con un sentimiento de culpa irracional y están en conflicto consigo mismos, porque censuran sus necesidades en beneficio de los demás; en el otro extremo de ese polo se sitúan las personas agresivas, que pisotean y explotan a los demás, constantemente viven en conflicto con el otro, no tienen con cuenta las necesidades de los demás, viven a la defensiva y en ocasiones instalados en la paranoia.
La falta de asertividad, tanto si se trata de un perfil pasivo o agresivo, no conduce a una autoestima adecuada, y a menudo existe de fondo la necesidad imperiosa de ser valorado por los demás.

El virtuoso punto medio

La asertividad se puede entender como un camino hacia la autoestima, hacia la capacidad de relacionarse con los demás de igual a igual, no estando ni por encima ni por debajo. Sólo quien posee una adecuada autoestima, quien se aprecia y valora a sí mismo, podrá relacionarse con los demás en el mismo plano, reconociendo a los que son mejores en alguna habilidad, pero no sintiéndose inferior ni superior a otros.

Ser asertivo implica cambiar la competición o la submisión por la colaboración, la negociación y el entendimiento.

Falta de asertividad ¿es un motivo de consulta común?

Es poco frecuente que una persona acuda a la consulta de un psicólogo aquejada de sufrir un problema de falta de asertividad, en lugar de esto suelen referir problemas de ansiedad, timidez, culpabilidad, discusiones frecuentes, mal funcionamiento en la pareja, conflictos en el trabajo o problemas similares. A menudo una evaluación por parte del profesional pone de relieve un déficit de habilidades sociales, expresado en conductas poco asertivas, ya sea porque la persona se sitúa en el polo de la pasividad, de la agresividad, o porque fluctúa entre ambos extremos.

Radiografía de los tres perfiles: pasivo / asertivo / agresivo

A continuación se hablará de la persona pasiva, de la persona agresiva y de la persona asertiva, pero conviene tener presente que nadie es puramente agresivo o pasivo, ni si quiera totalmente asertivo.
Las personas tenemos una tendencia general hacia alguno de estos estilos, que puede ser más o menos acentuada, pero no existen “tipos puros”. De igual modo, podemos exhibir algunas de estas tendencias en una determinada área vital pero no en otras.
Por ejemplo, una persona puede tener problemas en el trabajo o en la pareja, siendo demasiado sumiso o teniendo conductas explotadoras y egocentradas, mientras que en otras áreas puede reaccionar de forma completamente diferente, teniendo preservada la interacción con los amigos, con los vecinos o con los familiares.

 

El perfil pasivo
La persona pasiva no defiende los derechos e intereses personales. Respeta a los demás, pero no se respeta a sí mismo.
Se caracterizan por un comportamiento social marcado por un volumen de voz bajo, el habla es poco fluida, pudiendo bloquearse o tartamudear. Rechazan el contacto ocular, agachan la mirada, la postura corporal es tensa, muestran inseguridad en cuanto a saber qué hacer y/o qué decir, a menudo pide consejo para tomar decisiones y frecuentemente se queja de otras personas porque no se sienten comprendidos o porque los demás se aprovechan de uno.
En algunas ocasiones viven tan centrados en lo que quieren los demás y en contentarlos que han olvidado lo que a ellos les gusta y no saben muy bien qué hacer con su tiempo.
El patrón de pensamiento es de personas “sacrificadas” que procuran en todo momento evitar molestar u ofender a los demás, sienten una profunda necesidad de ser queridos y apreciados por todo el mundo y suelen sentirse incomprendidos, manipulados o no tenidos en cuenta.
Las emociones que suelen sentir son impotencia, culpa (por cosas que no deberían sentirla), ansiedad (en contextos sociales) y frustración. Tienen mucha energía mental pero no se exterioriza físicamente, pueden sentir rabia pero no la manifiestan y a veces no lo reconocen ni a sí mismos. Sentir rabia (que es una emoción perfectamente legítima) les genera culpa.
Este patrón de comportamiento suele conllevar pérdida de autoestima y en ocasiones, paradójicamente, conlleva la pérdida del aprecio de las demás personas (que tanto necesitan y que constantemente buscan).
Los comportamientos pasivos hacen que las demás personas se sientan culpables o superiores pues, dependiendo de cómo sea el otro, uno puede tener la constante sensación de estar en deuda con la persona pasiva o puede sentirse superior a ella y con capacidad de aprovecharse.
También son habituales los problemas somáticos (gastritis, contracturas, dolores de cabeza, problemas cutáneos...) pues la gran tensión psíquica que padecen al negarse a sí mismos se acaba expresando en el cuerpo.

En algunos las personas con una tendencia pasiva tienen estallidos desmesurados de agresividad, situándose en el otro polo. Estos estallidos pueden ser muy descontrolados y son el resultado de la acumulación de tensiones y hostilidad que acaban desbordándose.


Aunque los datos a este respecto aún son controvertidos, muchas personas que padecen fibromialgia manifiestan esta forma de relacionarse con los demás y esta tendencia a censurarse a uno mismo, por lo que podría haber algún tipo de relación (que en ningún caso es de causa - efecto).


El perfil agresivo
Defiende en exceso los derechos e intereses personales, sin tener en cuenta los de los demás: a veces no los tiene realmente en cuenta y otras carece de habilidades para afrontar ciertas situaciones.
En su comportamiento manifiesto observamos un tono de voz elevado, en ocasiones el habla es poco fluida por ser precipitada, habla de forma tajante, interrumpe, puede insultar y/o amenazar. Tiene tendencia al contraataque.
El contacto ocular es desafiante, su rostro expresa tensión e invade el espacio personal del otro con su postura corporal.
En el plano del pensamiento creen que si no se comportan de esta forma son excesivamente vulnerables, sitúan todo en términos de ganar-perder y pueden albergar ideas del tipo “hay gente mala y vil que merece ser castigada” o “es horrible que las cosas no salgan como a mí me gustaría que saliesen”.
Suelen sentir una ansiedad creciente y su comportamiento les lleva a la soledad y a sentirse incomprendidos. Pueden sentirse frustrados y culpables, aunque raras veces expresan esta culpa. La autoestima es baja, de ahí esa constante beligerancia (es una defensa).

Se sienten muy honestos y transparentes porque expresan lo que sienten, pero al hacerlo desde la rabia, la impulsividad y la falta de tacto suelen herir a los otros.
Las consecuencias de este tipo de comportamiento es que estas personas generalmente provocan el rechazo o huida por parte de los demás. Por otro lado entran en un círculo vicioso, al forzar a los demás a ser cada vez más hostiles, por lo que ellos refuerzan esta agresividad para defenderse de la hostilidad que ellos mismos han provocado.

Pasivo-agresivo
El estilo pasivo-agresivo, mezcla de los dos anteriores, es aquel en que la persona aparentemente pasiva alberga en su interior mucho resentimiento. Al no disponer de las habilidades para expresar este malestar de forma adecuada, estas personas utilizan métodos sutiles e indirectos como la ironía, el sabotaje, castigar con el silencio, el sarcasmo o las indirectas, intentando que la otra persona se sienta mal pero sin exponerse ellos de forma evidente como los responsables.

 

La persona asertiva
Son asertivas aquellas personas que conocen sus propios derechos y los defienden, respetando a los demás, es decir, no van a “ganar”, sino a “llegar a un acuerdo”.
En su comportamiento externo el habla es fluida, se muestran seguros, con contacto ocular directo pero sin desafiar, el tono es relajado, la postura es cómoda.
Expresan sus sentimientos, tanto positivos como negativos, defendiéndose sin agredir, de forma honesta, pudiendo hablar de sus gustos o intereses, pudiendo discrepar o pedir aclaraciones, pudiendo reconocer errores y sin necesidad de que el otro les dé la razón (de hecho ¿qué significa eso de tener la razón?).
En cuanto a su patrón de pensamiento, conocen y creen en unos derechos para sí y para los demás.
Sus esquemas mentales son en su mayoría racionales, esto significa que no se dejan dominar por creencias irracionales propias de otros estilos de comunicación como por ejemplo la idea según la cual “debo ser aceptado y amado por todos” o “es horrible que las cosas no salgan como yo quiero”.
Su autoestima es sana, sienten que controlan sus emociones, no se sienten inferiores ni superiores a los demás, tienen relaciones satisfactorias con los otros y se respetan a sí mismos.
Esta forma de sentirse y de expresarse, de respetarse y de respetar a los demás, conlleva que saben defenderse de los ataques de los demás, sin utilizar esa misma hostilidad.
Pueden resolver malentendidos y otras situaciones parecidas y la gente con la que tratan se sienten respetados y valorados, por lo que estas personas suelen ser consideradas “buenas personas” pero no “tontos”.

Una reflexión final
La asertividad es una habilidad social y como tal puede entrenarse, nadie nace asertivo y nadie está condenado a ser toda la vida una persona “torpe” o poco hábil, reaccionando siempre con hostilidad o con inhibición. Como toda habilidad, la persona que quiera desarrollar un estilo asertivo requiere practicar para mejorar.


Referencias:
Castanyer, O.. (2003). La asertividad: expresión de una sana autoestima. Bilbao: Descleé de Brouwer

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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